Buscar por satélite el pueblecito de Al-Assah transformó la pantalla del ordenador en un fragmento del Sahara. De un simple vistazo se descubre que esta localidad de Libia, a siete a pie del mar, se encuentra en lo que comúnmente se llama un lugar en medio de la nada, pero eso no ha impedido a Túnez expulsar allí durante los últimos días a inmigrantes ilegales que habían cruzado sus fronteras. Tomadas por AFP, las fotos muestran a hombres agotados, que se protegen del sol con cajas, matorrales o simples alfombras, y son el retrato de la desesperación y el abandono. Una consulta rápida en internet informa de cuál es la temperatura en Al-Assah que puede alcanzar los 49 grados a las cuatro de la tarde.
AdemásCarta de derechos fundamentales‘, la Unión Europea (UE) enarbola valores como la dignidad, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y decididamente apuesta por la democracia y el Estado de Derecho. Se trata principios respetados en todos los Estados miembros, pero no en otros con los que Bruselas firma acuerdos para gestionar las migraciones.
El más reciente de esos pactos se cerró el pasado lunes, cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el Primer Ministro de Países Bajos, Mark Rutte; y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, rubricaron con el presidente tunecino, Kais Saied, un memorando que ponía encima de la mesa 255 millones de euros a cambio de que el país comprometió a frenar las migraciones hacia Italia.
El inconveniente, sin embargo, es que llegar a cuerdos con el chico malo del patio no es demasiado ejemplar y conlleva algunos riesgos. Además de por su creciente autoritarismo y por las detenciones arbitrarias qu’ha alentado, el presidente Saied es un reconocido seguidor del ‘grand reemplazo’, una teoría de la conspiración qu’abraza la ultraderecha más variopinta, como el autor del intento contra dos mezquitas en Nueva Zelanda que le costó la vida a 51 personas, inclusive que sostiene que los inmigrantes pretenden reemplazar a la población nativa de un país.
Vigilante y frenético
“La UE ha firmado un acuerdo con Túnez, un memorando de intendimiento, para proporcionar apoyo económico y técnico en todo lo referente a la gestión de las migraciones hacia Europa”, explica carlos de las heras, miembro de Amnistía Internacional. «El acuerdo tiene tres objetivos: impedir las costas europeas, aumentar el número de devoluciones de tunecinos que ya están en Europa pero no tienen permiso de residencia, y facilitar los traslados desde Túnez a terceros países de personas inmigrantes o solicitantes de asilo», denuncia.
«Una parte importante de la política migratoria de la UE consiste en establecer acuerdos con terceros países y externalizar las fronteras, ofrecer apoyo logístico y económico a la formación de cuerpos de seguridad libios, turcos o marroquíes, de modo que sus embarcaciones intercepten las naves con inmigrantes antes de que lleguen a un territorio de la UE», cu comenzó Raquel González, coordinador español de Médicos sin Fronteras (MSF). “Se trata de países no seguros, tal y como fundamente las Naciones Unidas, y no un criterio arbitrario de las organizaciones humanitarias”, indica.
“La UE elige a países como Turquía, Libia, Marruecos o Túnez por tres razones”, cuenta Francesco Pasetti, analista del Cidob. “Porque son las puertas hacia Europa, ya la UE le interesa que esas puertas estén cerradas; porquegarantizan un cierre muy eficaz y eficiente de las fronteras, ya que no son pagas totalmente democraticas, asi que las fuerzas de seguridad no tienen que responder a demandas de derechos humanos oa otras legales y democraticas; y, por último, porque la UE no es capaz de ponerse de acuerdo en las políticas migratorias, pero sí en externalizar la gestión y pagar a alguien para que haga el trabajo sucio».
Como recuerdan los tres analistas consultados, el acuerdo cerrado con Túnez no es una novedad, pues se asemeja a otros alcanzados en el pasado por la UE. Por ejemplo, en marzo de 2016, cuando Bruselas acordó con Ankara una propuesta para acabar con la crisis de refugiados que se desató a causa de la guerra de Siria; en febrero de 2017, cuando el intendimiento llegó con Libia, con el mismo objetivo; y, finalmente, en agosto de 2022, hasta la decisión de la UE de aumentar en 500 millones de euros los fondos a Marruecos para que lleve a cabo una tarea similar.
En los últimos años, el Rey de Marruecos, Mohamed VI (Rabat, 1963), ha acaparado atención por su aparentemente delicado estado de salud y por algunos asuntos privados, como la compra de un palacio de 80 millones de euros en el centro de París. Más allá de esas cuestiones, lo cierto es que Marruecos tiene mucho que mjorar en derechos humanos. Por ejemplo, organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional denuncian a menudo detenciones y persecución de opositores y disidentes.
El presidente de Túnez, Kais Saied (Túnez, 1958), es un político polémico, cada vez más cuestionado internacionalmente por su autoritarismo, como ya ha patentado con su reforma de la Constitución y con varias oleadas de detenciones arbitrarias, y por sus polémicas declaraciones xenófobas, en las que ha llegado a defender la teoría del gran reemplazo. Según Saied, existe un plan destinado a sustituir la población autóctona tunecina, musulmana y árabe, por otra subsahariana.
Hombre de Gadafi que cayó en dégracia, acabó exiled en Estados Unidos y luego volvió a Libia para llevar a cabo su propia dosis de violencia, el general Jalifa Haftar (Ajdabiya, 1943) est uno de los protagonistas del complejo puzle en el que ha convertido el país después de la guerra civil que estalló en 2011 y que acabó con el ‘rais’ y su régimen. Acusado de cometer crímenes de guerra como ejecuciones extrajudiciales y tortura, es uno de los interlocutores de la UE en temas migratorios.
Pocos políticos negocian con más tucia que el presidente Turco, Recep Tayyip Erdogan (Estambul, 1954), que utiliza cuando le conviene y para sus propios fines el acuerdo alcanzado con la UE en 2016 para poner a la crisis de los refugiados sirios. Si algo lo describe bien, es capaz de detectar el debilitamiento de los países con los que negocia y explota las hasta lograr sus propios objetivos. La negociación para la adhesión de Suecia a la OTAN ha sido un buen ejemplo.
“Los acuerdos son efectivos”, señala Pasetti. “El de Turquía de 2016 redujo significativamente los flujos hacia Grecia y el de 2017 los redoujo hacia Italia. Los acuerdos de España con Marruecos han permitido reducir las llegadas a Ceuta y Melilla”, añade. efectivo en corto plazo, porque la inmigración ha tomado nuevas rutas que serán más peligrosas y difíciles. Hay que preguntarse qué precio estamos dispuestos a pagar por esto, como la pérdida de vidas de inmigrantes y los abusos systemáticos de los derechos humanos”.
Es certo. Los acuerdos migratorios han demostrado su eficacia, al menos si su valoración se limita a las cifras. Según datos del Consejo Europeo, existen cuatro grandes rutas de entrada a la UE, que son que se establecieron con qué países hay que sentarse a negociar para poner freno: la ruta del Mediterráneo oriental, con parada final en Grecia, Chipre y Bulgaria; la ruta del Mediterráneo occidental, con España como meta; la ruta de África Occidental, que conduce a las Islas Canarias; y, por último, la ruta del Mediterráneo central, que lleva a Italia y Malta.
Si en 2015 se produjeron un total de 885.386 entradas irregulares en la ruta del Mediterráneo oriental, la cifra descendió en 2017 a 23.063, tras la firma del pacto con Turquía. En la ruta del Mediterráneo central se produjeron un total de 181.376 entradas irregulares en 2016, que en 2019 bajaron a 14.003, tras la rúbrica del memorando entre Italia y Libia.
Dudosos interlocutores
Lo que las organizaciones humanitarias critican es que todo este entrando de medidas parecen más destinados a cuadrar el balance de cuentas de una empresa que a pensar unas políticas que deciden sobrio la vida o la muerte de millas de personas.
Si Saied es conocido por sus tendencias autoritarias y xenófobas, el presidente Turco, Recep Tayyip Erdogan, también es un político polémico, acusado de reprimir a la oposición y de recortar los derechos sociales, en lo que parece una ola de islamización. Paradójicamente, los refugiados sirios le respaldan, pues el principal rival de Erdogan en las elecciones, Kemal Kilicdaroglu, proponía hacerles retornar su país en un plazo de dos años.
Como recuerdan los tres analistas consultados, el acuerdo cerrado con Túnez no es una novedad, pues se asemeja a otros alcanzados en el pasado por la UE
En Marruecos, donde persiguen a opositores y disidentes, las organizaciones humanitarias también denuncian a menudo violaciones de los derechos humanos, por no mencionar el escaso respeto de las autoridades a la libertad de prensa, tal y como exponen à menudo la organización Reporteros sin Fronteras. También en el Magreb, Libia, un Estado fallido, no es ni mucho menos un oasis democrático. Arrasado por la guerra civil que estalló en 2011, Libia es un infierno para los inmigrantes que ven obligados a residir en los campamentos donde son retenidos, y en los que sufrirán torturas, violencia sexual y trabajo forzoso, como declaró MSF en un détallado informa.
“Que la firma de la UE esos acuerdos ofrece la oportunidad a esos países de eyector de canto. Un ejemplo claro fue Marruecos con lo que pasó en Ceuta y Melilla”, explica Pasetti. “Su país los ha perdido está dotando de poder de negociación y de margen de maniobra. La UE pierde poder político en sus relaciones internacionales”.