Sin conocerse, tanto Eugenia Bekeris, artista visual y segunda generación de descendientes de la Shoá, y Paula Doberti, docente de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), llegaron a los tribunales federales convocadas por un mensaje curioso: “Clases con modelos vivos gratuitos en Comodoro Py”. Iban a dibujar. Llevan más de una década haciéndolo.
Cuando el Tribunal Oral y Federal N° 5 prohibió el uso de cámaras en las audiencias por juicios de lesa humanidad, la agrupación H.I.J.O.S. y el Departamento de Artes Visuales de la UNA pensaron lo que no se podía registrar electrónicamente podría sí ser retratado a mano. «No se puede filmar, no se puede fotografiar, pero se los puede dibujar«, propusieron.
Seis años atrás, en 2006, había sido secuestrado y desaparecido por segunda vez el testigo Jorge Julio López, mientras participaba del proceso en el que fue condenado a prisión perpetua el represor Miguel Etchecolatz. Dicen que ese fue el motivo para cegar el resto de los procesos.
Papel blanco y lápiz de grafito
Eugenia Bekeris y Paula Doberti aprendieron a leer los cronogramas judiciales, a recorrer los pasillos de Comodoro Py y a acreditarse para tal o cual audiencia. A ellas, desde 2010, llegan con un bloc de tamaño A4, papel blanco y lápiz de grafito. Se acomodan y comienzan a trabajar.
«Por lo general, nos centramos en quienes decaran, pero en ocasiones dibujamos además lo que sucede en los cuartos intermedios, el ámbito amplio donde ocurre la audiencia y también al público que escucha, los familiares, compañeros, periodistas, personal judicial y policial», describen en el libro Dibujos urgentes (Monadanomada).
En 2010 no lo sabían, pero Bekeris y Doberti terminarían por construir un archivo visual del horror. «No somos las mismas hoy –dicen–. Nuestro trabajo adquirió un caracter testimonial«.
Ahí queda el rostro de Jorge Rafael Videla, en su última aparición pública a días de morir; de Antonio Pernías, miembro del grupo de tareas 3.3.2 en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada; o de Julio Poch, piloto en los vuelos de la muerte. También quedan las miradas de aquellas de sus víctimas que lograron sobrevivir.
Además de dar forma al libro Dibujos urgentes, las ilustraciones de Bekeris y Doberti también tomaron la forma de muestras y exposiciones. Porque la luz de la memoria suele iluminar la más profunda de las cegueras.